ROSTROS
Me sorprendí mucho cuando mamá me comentó aquello. ¿Es cierto?, le dije, ¿estás segura?. Sí, respondió ella. No había querido decírmelo antes pero, no quedaba mucho tiempo, su amiga necesitaba ese favor de inmediato. Era verano y vivíamos en un departamento céntrico del barrio de Monserrat ;todas las tardes solía recorrer sus calles buscando nuevas imágenes para mi álbum de fotos. Había estudiado fotografía artística recientemente, así que acostumbraba andar con mi cámara al hombro,prometiéndome cada día lograr la mejor foto. Me gustaba retratar caras, la colección de rostros que iba acumulando hacía que cada vez me volviera más exigente. Había rostros jóvenes,rostros maduros, hombres, mujeres, no importaban sus nombres, su pasado ni su futuro, tampoco importaban sus sueños o desamores, sólo me atraía lo que ellos irradiaban. Pero aquello era insólito, sacar esas fotos... pensaba. Acostumbraba caminar por San Telmo, husmear en los callejones, entrar en los conventillos, levantar la vista y admirar las fachadas con sus molduras carcomidas por el tiempo. Siempre había algún gato somnoliento que me miraba expectante o una cara paciente espiando detrás de una ventana.Siempre encontraba algo, algo distinto, algo mágico. Pero nada se parecía al pedido que me habían hecho, nada. Mi madre no estaba de acuerdo, pero qué hacer, era su amiga. Ella le había hablado tan bien de mí, de las fotos preciosas que sacaba su hija, de lo profesional que era, ahora no sabía cómo salir del aprieto. Luego de meditarlo unos cuantos minutos, le dije a mamá que no se preocupara más, que haría el trabajo, sólo restaba saber dónde debía ir. Ella titubeó un momento, hizo una mueca con sus labios y respondió a mi pregunta. Era un viernes, recuerdo, preparé mi cámara fotográfica como de costumbre y bajé las escaleras pensando si estaba haciendo lo correcto. El aire de la tarde me rozaba el rostro y yo caminaba ansiosa por la calle Venezuela. Pocas cuadras bastaron para llegar a destino. Me detuve frente a una doble puerta de vidrio, giré el picaporte, suspiré profundo y entré. Qué sensación de soledad había en ese lugar, la sala era grande, demasiado grande y el olor a cigarrillo se mezclaba con el de las flores. Un aire helado me recorrió el cuerpo cuando, de pronto, alguien me tomó del brazo: era la amiga de mami. Vení, acompañame, dijo ella, es por acá. Caminamos en silencio ante la mirada atónita de su cuñada. Lo que ocurriría después quedaría grabado en mi retina por varios años. Preparé la cámara fotográfica y comencé a sacar las fotos. Con cada flash que disparaba la capilla ardiente se iluminaba y el rostro, de su madre muerta, parecía sonreir. MARIA CRISTINA PEGORARO
|
 |
.Sobre mí |
****
PUEDEN ENTRAR LIBREMENTE A LA PÁGINA. NOS REUNIMOS EN LA BIBLIOTECA Gral. SAN MARTÍN DE MIRAMAR LOS 2º Y 4º VIERNES DE CADA MES A LAS 17Hs.-INGRESO LIBRE.
»
Ver perfil
|
|
 |
.Calendario |
 |
Abril 2025 |
 |
|
DO | LU | MA | MI | JU | VI | SA | | | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 |
|
|
|
|